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viernes, 10 de abril de 2009

La pérdida de la memoria

Si yo tengo 40 años y no puedo relatar màs allá del nombre de mis abuelos y donde nacieron- y miren que me he interesado algo por las raíces de mi apellido- ?Qué será de las generaciones siguientes que poco saben de sus padres?.. por años pedí a mis alumnos en cada semestre, hacer un árbol genealógico y la queja generalizada era que poco sabían de sus abuelos.. otros que ni padres tenían, o su madre tampoco los había conocido. Cuando revisaba la tarea, había algunos orgullosos que traían la historia de su familia la más cercana... y otros que no les importaba tanto o los mismos padres no sabían...

La historia de la propia familia antes se trasmitía como en las tribus índigenas, por cuentos, por plática donde los menores escuchaban, memorizaban y tenían la obligación de repetirla a las siguientes generaciones. Hoy en día todos sabemos, la prisa imperante, la televisión obligada y este bendito medio, ha alejado esa práctica de la familia, la disminución de la familia nuclear, la emigración a terrenos economicos más fertiles y globalizados donde se come diferente y menos en familia también han generado nuevas indiferencias.

Recuerdo que de niña aprendí a hacer jamoncillos de leche, macramé y monitos de peluche, así como algo de bordado, hoy lo veo como algo totalmente ajeno a mi persona.. y ni de chiste una de mis dos hijas tiene idea de que es sentarse a coser o hacer una bastilla.
En la región donde mis padres crecieron, Baja California Sur, cuando ibamos de niños, 20 horas de viajecito en auto... llegabamos y nos ofrecían: ate de guayaba, mangate, panocha de gajo, queso de apoyo, dulce de cáscara de naranja y toronja, pan casero, higos en miel, etc. jamàs he vuelto a comer esas delicias propias de la familia de mis padres, probablemente algunos de mis primos mayores, (que no conozco!) aún lo sepan hacer pero cuántos de ellos? y cómo se recupera ese conocimiento propio de una región, de una familia, si las generaciones siguientes nunca aprendieron a hacerlo. La lógica me dice y no creo mentir, que bastará una generación para perderlo. Sea la tradición que sea, cocina, artesanía, decoración, historia familiar y de los ascendientes, cualquier raíz propia de la tuya familia, ya se ha perdido contigo y conmigo...